domingo, 18 de diciembre de 2011

Absent

Joshua Bell, uno de los mejores violinistas del mundo, ha tocado con las orquestas y directores más importantes del mundo. Su herramienta de trabajo, un violín Stradivarius valorado en 3.5 millones de euros.

Esta tarde he encontrado un video por Youtube en el que éste violinista tocó en una mañana fría de enero del 2007, en la estación de metro en Washington D.C., seis piezas de Bach, durante alrededor de 45 min.
Todo formó parte de un experimento social a cargo del periódico Washington Post como crítica de la percepción, el gusto, y las prioridades humanas.

Durante ese tiempo, unas 2000 mil personas pasaron frente a él de camino al trabajo.



A los 3 minutos, un hombre de edad media notó que había un músico tocando. Escuchó unos segundos pero siguió su camino. 4 minutos más tarde, recibió de una mujer su primer dollar. No se paró a escucharlo.

En total, fueron 27 los individuos que contribuyeron a la "causa", pero únicamente 7 los que detuvieron su marcha para escucharle.

Como podemos ver al final del video, sólo lo reconoció una mujer que había estado en uno de sus conciertos. Otro pasajero que se detuvo a escucharle, explicó más tarde al periódico, que la música de Bell le hacía "sentir en paz".

"Era una sensación extraña, la gente me estaba... ignorando", declaró Bell al periódico.
Cuando terminó nadie lo notó, nadie aplaudió, no obtuvo ningún tipo de reconocimiento.

Dos días antes, el violinista había tocado en un teatro de Boston. La sala estaba llena, y los asientos se vendieron con un promedio de unos 100 euros.

Y es que, como diría Bethoven..

"La música debe hacer saltar el fuego en el corazón del hombre, y las lágrimas en los ojos de la mujer".
Ludwig Van Beethoven

2 comentarios:

  1. Es realmente increíble.
    Lo malo es que seguramente yo sería uno más de los que se siguen su camino sin pararse a escuchar ni unos segundos.

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  2. Vi este vídeo el curso pasado y me gustó mucho la historia que había detrás de él. No puedo ni imaginar la sorpresa que se llevaría la mujer que le reconoció.

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